La investigación se realiza desde el 2022, y es impulsada por Luciano Alaniz, Valentina Piquillem, y Leandro Barboza, egresados y tesista de la Tecnicatura Superior en Conservación de la Naturaleza del “TECONA” IEF Instituto de Educación Física de la provincia de Mendoza. El estudio cuenta con el acompañamiento del guardaparques, y el equipo técnico del Área Natural Protegida Sitio RAMSAR Lagunas de Guanacache, Desaguadero y del Bebedero.

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El descubrimiento significa un importante aporte a las características ecológicas del Sitio Ramsar, ya que la abeja endémica presenta particularidades únicas,  no hacen colonias ni realizan miel, habita sólo al margen del Río Desaguadero, en ambas costas de las provincias vecinas de San Luis y Mendoza,  y entre otros beneficios se descubrió que es alimento de la monjita salinera, un ejemplar de ave que habita en la región.

“Lo llamativo de esta abeja, es la reproducción, la masividad con la que se reproduce, necesitan la tierra, en sectores con mucha arcilla, y tiene que estar con una saturación de agua justa para que hagan unos pequeños habitáculos en donde la hembra pone entre dos y tres huevos”,  indicó el guardaparques del ANP, Jesús Lucero.

“En un metro cuadrado puede haber más de 300 nidos, quizás las condiciones para desarrollarse sólo se dan en Desaguadero, porque estudios de hace 24 años en San Juan no se menciona este aspecto, sino que indican el desarrollo de larvas, la estructuras de los nidos y sus ciclos. Lo llamativo es que usan suelos hostiles arcillosos y salinos, están todo el año bajo tierra en forma de huevo, y emergen adultos en octubre con las primeras lluvias de la temporada. Y hasta noviembre están activas con la construcción de nidos”, explicó Leandro Barboza.

De la misma manera, el estudio indica que del lado de San Luis, se relevaron entre 2 y 3 hectáreas con actividad del insecto, un dato clave para la naturaleza del sitio Ramsar, ya que allí convive con flamencos, tortugas terrestres, aves características de la zona como por ejemplo el gallito de arena, y armadillos como el “pichiciego”.

El comportamiento único de este tipo de abeja puede tener importancia a nivel educativo, toma de conciencia y eco turismo, ya que la mayoría de las especies de abejas nativas son solitarias -no hacen colonias-, y generalmente pasan desapercibidas. Es un evento de gran atractivo para la observación de aves, y para apreciar y valorar sucesos naturales propios de la región el sitio RAMSAR.

“Toda la costa está llena de agujeros, su presencia cumple un importante rol para los bosques nativos, principalmente porque esta abeja endémica es una excelente polinizadora , es alimento de muchísimas especies, conformando un eslabón  clave en la cadena trófica, hay registros de ser alimento de zorros, aves como la monjita saliera, tijeretas, teros y otros insectos de mayor tamaño”, agregó Jesús Lucero.

Otro de los grandes aportes que arroja la investigación sobre la reproducción de la abeja, indican que al presentarse en masividad en el Sitio Ramsar, se desarrolla mayor actividad de polinización en el bosque nativo, promoviendo la diseminación en el monte, donde habitan ejemplares como por ejemplo piquillín, jarillas, algarrobos, y tuscas.

“Los insectos están experimentando una extinción a nivel global que está pasando desapercibida porque en general tendemos a mirar a los animales más grandes como las aves y los mamíferos. Las distintas especies de abejas nativas son un grupo que no son conocidas, entonces cada acción que implique su conocimiento, conservación y educación sobre su importancia, permitirá que sus poblaciones y diversidad se mantengan, y por lo tanto, la salud y continuidad de los ecosistemas también, en este caso el Monte”, concluyó Leandro Barboza.